“ La ciencia es el simple sentido común llevado al máximo:
observación cuidadosa y rigor ante las falacias lógicas”
(Thomas Henry Huxley)
La fusión de la terapia conductual y la terapia cognitiva en la Terapia Cognitivo Conductual cobró fuerzas a fines de la década del 80 y se encuentra actualmente muy avanzada en Europa y en EEUU. Se trata de la terapia psicológica más avalada en la actualidad. La Terapia Cognitivo Conductual domina la práctica y la investigación clínica en gran parte del mundo (Rachman 1996). En Argentina comienza a desarrollarse en los últimos años; mientras que su expansión en otros países de América Latina se manifiesta con más vigor. Bajar archivo:
Terapia cognitivo-conductual
Sparrow, C. (2007) Terapia cognitivo conductual. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C. En www.conductitlan /terapia_cognitivo_ conductual.pptLa terapia cognitivo conductual se articula a la investigación científica reportando indicadores altísimos de eficacia para la mayoría de los trastornos (Chambless, 2001).
Los procesos de cambio en la psicología clínica se deben a distintas razones. Hoy existen estudios controlados que evalúan la eficacia de un tratamiento; las llamadas “terapias con apoyo empírico” se desprenden de allí, siendo en su mayoría terapias son cognitivo-conductuales. Es decir, hay tratamientos que han sido sometidos a la investigación dando pruebas de su eficacia y otros que no.
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“Trastorno” es un término técnico muy útil para la investigación contemporánea, pero muy limitado para abarcar los motivos de consulta clínica. Se han propuesto tres razones por las que alguien puede requerir tratamiento psicológico: trastorno mental, crisis vital, desarrollo personal. Preferentemente, hablamos de problemas; siendo indistinta su clasificación. Los terapeutas que elegimos la orientación cognitivo conductual hemos tenido tantas o más dudas que alguien que está buscando asistencia psicológica, esta elección, en nuestro caso, proviene de lo que llamamos “efectividad y eficacia”; dos palabritas que se prestan a confusión pero que a modo síntesis, podemos reducir a los criterios de utilidad y aplicabilidad de un tratamiento.
“De igual modo que no deberíamos tomar un fármaco de eficacia no demostrada, tampoco deberíamos seguir un tratamiento psicológico que no se sabe si funciona, al menos cuando existen tratamientos alternativos de eficacia demostrada. Algunos profesionales se basan en su experiencia para afirmar que sus tratamientos funcionan -al igual que hacen los que imponen sus manos, leen las cartas del Tarot o ejecutan extraños rituales-, pero la experiencia no sometida a prueba se ha mostrado engañosa en múltiples ocasiones y existen métodos más fiables para saber si un tratamiento funciona o no. No todos los tipos de tratamientos psicológicos han sido sometidos convenientemente a prueba. El más investigado, hasta el momento, ha sido el cognitivo‑conductual. De este enfoque se han derivado tratamientos eficaces para una diversidad de problemas: trastornos de ansiedad, depresión mayor, disfunciones sexuales, problemas de pareja, trastornos de alimentación, drogodependencias, trastornos de conducta en la infancia, control de esfínteres y, en combinación con intervenciones médicas, esquizofrenia, dolor y trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Las terapias psicoanalíticas, psicodinámicas, existenciales-humanistas y sistémicas no han sido investigadas suficientemente hasta el momento, por lo que no se puede afirmar si son eficaces o no. Los escasos datos disponibles indican la eficacia o posible eficacia de la terapia interpersonal (una intervención ecléctica de tipo psicodinámico y cognitivo‑conductual que busca resolver los problemas interpersonales) para la depresión, bulimia y sobreingesta compulsiva, y de la terapia psicodinámica breve para la depresión y la dependencia de opiáceos.
En suma, conocer qué tratamientos psicológicos concretos son más efectivos para el problema que nos afecta es fundamental. De ello depende, en gran medida, el éxito de la intervención que se va a recibir. En los últimos años se han llevado a cabo numerosas investigaciones dirigidas a evaluar la eficacia de cada tratamiento específico para los principales problemas psicopatológicos. En general, los tratamientos psicológicos más efectivos tienen objetivos claros, están centrados en la solución de problemas inmediatos, son más bien de corta duración (de 2 a 6 meses, aunque es mayor en problemas graves o cuando hay varios problemas) y producen una mejoría tras las 8-10 primeras sesiones. Si un tratamiento no tiene unos objetivos claros, se dilata en el tiempo y no se obtienen resultados apreciables (cuando menos parciales) en un período de tiempo razonable, se puede desconfiar de su eficacia.” ( “Documento de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud”. Siglo XXI. Noviembre de 2002). Disponible en http://www.sepcys.org/Doc/DocumentoEficaciaTratamientos.htm
“Contrariamente a lo que piensa la mayoría de la gente,
la ciencia no es ni mucho menos un conjunto de libros,
la ciencia es un método lógico de proceder
para adquirir nuevos conocimientos”
(Juan Aguilar M.)
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Psicología
como ciencia
Disponible en http://www.scollege.cl
/2005
/pps/
asignaturas/sicologia
/claseII.ppt “En los últimos años se ha puesto énfasis en el estudio de la eficacia de las intervenciones psicológicas, estableciéndose pautas rigurosas para su validación empírica que se fundamentan en el método científico”(Mustaca, 2004). Esto último, el uso del método científico, proveniente de las ciencias naturales, invita a la constante revisión del saber y a la emergencia de innovadoras intervenciones; ya lo decía Voltaire, “la ignorancia niega o afirma rotundamente, la ciencia Duda”. Esta flexibilidad, que no tienen los dogmas, permite la ampliación del conocimiento sin que ello admita la incorporación de “cualquier cosa que se diga útil o eficaz”, debe demostrarse y con estudios controlados –en condiciones específicas- esa “utilidad” pregonada. “Los profesionales que se alejan demasiado de estos criterios de excelencia en la práctica clínica se exponen a onerosos litigios en juicios de mala praxis, en caso de resultados adversos” (D.Barlow y S.Hofmann, Cap.V, 1997). El 96% de las herramientas investigadas y de demostrada eficacia son cognitivo-conductuales.
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Audio
¿Qué es la Psicología científica?
Prof. J.L. Martorell (15’)
Disponible en http://www.uned.es
/49002-/Temas
/tema_1.htm La evolución del conocimiento científico, ha reportado cambios concretos en la vida cotidiana, no nos asombra comunicarnos por Internet, ni escuchar/ver amigos que están lejos, e incluso solemos distinguir especializaciones médicas a la hora de tratar malestares específicos de nuestro cuerpo. Somos poco conscientes de cuánto pesa el avance de las ciencias en nuestra vida porque estamos habituados a él, frecuentemente parecemos recuperar ese saber cuando un servicio no funciona, del mismo modo que nos obsesionamos respecto de un órgano/función cuando nos genera malestar y no cuando nos permitir vivir saludablemente; en estos casos estamos orientados dónde acudir y generalmente encontramos soluciones adecuadas.
Con la psicología y sus tecnologías actuales, sin embargo, no existe tal familiarización; destacamos entonces que ya históricamente podemos rastrear, en una de sus ramas, la articulación al enfoque científico desde los estudios de Wolpe, Maseerman, Cover Jones, y otros, que han ido trazando una línea evolutiva que conjuga el quehacer del psicólogo con la ciencia. En la actualidad, también en Buenos Aires, son muchos los psicólogos científicos que siguen apostando a que la psicología sea un campo de soluciones y respuestas a los problemas humanos; a la luz también de la subjetividad y de la singularidad. Por supuesto que el avance de la ciencia no es malo en sí mismo, se debe distinguir del uso desfavorable que a veces se hace, hasta el abuso, de las tecnologías actuales en un sentido amplio.
“La respuesta de que el proceso científico puede tener algunas veces repercusiones perjudiciales, no debe implicar el abandono del avance científico, sino su sustitución por un avance aún mayor mayor, aplicado con prudencia e inteligencia”, dice Isaac Asimov (1920-1996) en Guía básica de la ciencia.
Entonces hoy, ¿sabemos, los psicólogos, qué técnica/solución ha demostrado ser eficaz para determinado problema? ¿Cómo lo sabe un paciente? ¿Qué implica el “investigación científica” en la práctica psicológica? Fue en Estados Unidos donde comenzó, allá por 1990, la constitución de grupos dedicados a responder estos interrogantes tan caros a la salud mental; la investigación clínica –sometida a serios controles- fue extendiéndose también a Europa. De este modo, la evaluación de la “efectividad” de la intervención del psicólogo, que emerge de la comprobación empírica, empezó a traducirse en lo que hoy llamamos “Terapias con apoyo empírico” (TAEs en adelante). Estas terapias, en su mayoría, se condicen con el enfoque que cognitivo conductual. La Dra. Mustaca expresa que “Se halló que más del 88 por ciento de las terapias con apoyo empírico (TAEs) pertenecen al enfoque comportamental o comportamental cognitivo, tanto en adultos como ancianos, niños, y adolescentes. Si se agregan a otro tipo de terapias que también usan en la práctica herramientas cognitivas-comportamentales, pero tienen un marco teórico diferente, el porcentaje aumenta al 96 por ciento. Estas estrategias surgieron a partir de la investigación básica con animales no humanos y humanos, en especial del aprendizaje y del conductismo. De este modo se evidencia la importancia crucial que tiene la investigación básica para la ciencia aplicada “(Mustaca, Alba E. “Tratamientos psicológicos eficaces y ciencia básica”, Revista latinoamericana de psicología, 2004)
Cada intervención psicológica que puede aliviar/revertir el dolor humano tiende a enmarcarse en el cumplimiento exhaustivo de una serie de pasos y de comprobaciones , se pretende “determinar la efectividad de los tratamientos específicos y promulgar pautas de tratamientos adecuadas para trastornos específicos basadas en esa información. El objetivo más importante de este tipo de esfuerzo es el de corregir la enorme variabilidad en los tratamientos aplicados, ya que un número indefinido de pacientes podría estar recibiendo tratamientos ineficaces, o bien sin eficacia probada para un trastorno dado, a pesar de que existen tratamientos efectivos” (D.Barlow y S.Hofmann; Eficacia y difusión de los tratamientos psicológicos , Cap.V, 1997) De ahí la importancia de informarse, porque brujas tal vez haya siempre.
Alejandro Borgo. Director CFI-Argentina
Disponible: www.youtube.com/watch?v=KnGcSM2sCII Lo grave es que alguien acuda a la “bruja” por desconocer otras opciones, que lejanas a la magia hacen que los terapeutas podamos funcionar como solucionadores de problemas, como simples operadores de una tecnología disponible.Demostrar lo que se propone como eficaz, es uno de los criterios que sostiene la noción de “psicología científica” siendo las TAEs el emergente más conciso en la actualidad; el hecho de contar con intervenciones puntuales para trastornos identificables, también estimula a validar y recordar que el ímpetu de este movimiento resulta promisorio a la hora de pensar también cuánto falta investigar, perfeccionar, y que si bien hay muchas críticas posibles, su alcance ya empieza a tener repercusiones concretas. “Estos criterios de excelencia están asumiendo fuerza de ley, por ejemplo, en varios de los estados de EEUU, los profesionales que pueden demostrar que han seguido estos criterios de excelencia de su práctica clínica pueden ser inmunes a los juicios de mala praxis” (D.Barlow y S.Hofmann; Eficacia y disfusión de los tratamientos psicológicos, Cap.V, 1997) Asimismo, una de las pioneras de la psicología científica en Argentina, la Dra. Mustaca, plantea otra arista de las TAES: “el ocaso de las escuelas de psicoterapia”.
“Desgraciadamente con frecuencia se considera que es aval suficiente para un tratamiento psicológico el que un determinado profesional “opine” que ese tratamiento es eficaz. Pero esto no es así. Es la comunidad científica, fundamentalmente identificada con
Foto: http://colaboratorio1.
files.wordpress.com
/2007/10/alegria.jpglos grupos de investigación clínica y los ámbitos universitarios, la que debe aceptar que la investigación realizada reúne las condiciones necesarias para poder demostrar inequívocamente que ese tratamiento es eficaz. Las opiniones personales no pueden considerarse como criterio científico. Menos aún la casuística personal (p.ej.: “yo conozco a uno que le ha ido bien con este tratamiento”). La evaluación de la eficacia de los tratamientos requiere una actualización continua, dado que la comunidad científica debe ir incorporando los avances que se producen en las ciencias que lo sustentan, así como los resultados de los estudios de eficacia que van realizándose” (“Documento de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud”. Siglo XXI. Noviembre de 2002. Disponible en http://www.sepcys.org/Doc/DocumentoEficaciaTratamientos.htm) La elaboración de Guías de tratamientos, por ejemplo, beneficia tanto a psicólogos como a pacientes puesto que ambos podemos verificar qué tratamiento es el adecuado para determinado trastorno.
Leer artículo sobre "Terapias con Apoyo Empírico"
Leer más sobre eficacia de los tratamientos psicológicos
“El concepto de eficacia terapéutica es complejo. Se tienen en cuenta diversos aspectos: qué síntomas mejoran y en qué medida, cuánto tarda en aparecer la mejora, grado en que esta se mantiene, cambios conseguidos en el funcionamiento social y laboral y calidad de vida, qué porcentaje de personas no aceptan el tratamiento y/o lo abandonan una vez iniciado, etc.
Determinar que un tratamiento es eficaz es una labor de la comunidad científica (investigación y universidad) y de la comunidad profesional de un campo de trabajo (el “Colegio Oficial de Psicólogos”, y sociedades profesionales de psicología clínica). La comunidad científica no se restringe a un país, no conoce fronteras. Muchos de los tratamientos psicológicos, así como la evaluación de su eficacia, han sido desarrollados por científicos y profesionales de otros países, pero, sea cual sea su origen, el punto clave es que se haya demostrado científicamente su eficacia y así lo reconozcan las sociedades científicas y profesionales de psicología.
Las sociedades científicas y profesionales han de avalar estos resultados señalando inequívocamente a la sociedad qué tipo de tratamiento ha demostrado que es eficaz y cuáles aún no lo han demostrado. Es verdad que un profesional puede aplicar un tratamiento que no ha demostrado su eficacia y un paciente puede solicitar un tratamiento que no ha demostrado ser eficaz, pero uno y otro han de tener claro que se trata de un tratamiento de eficacia no contrastada y los riesgos que comporta esto.
Algunas asociaciones profesionales de psicólogos han establecido unas “guías” o “listas” en los que figuran los tratamientos eficaces para los distintos tipos de trastornos psicológicos. Estas guías son útiles, tanto para los psicólogos como para los usuarios, pues permiten identificar los tratamientos considerados eficaces por la comunidad científica y profesional de los psicólogos (...) Naturalmente, una cosa es saber que un determinado tratamiento es eficaz para cierto trastorno y otra reconocer que el profesional que lo aplica debe adaptarlo a las características personales de cada paciente y al contexto social en que este se desenvuelve.// En resumidas cuentas, establecer de forma científica la eficacia real de un tratamiento psicológico, es beneficioso tanto para el que demanda ayuda psicológica, como para el profesional que la aplica y para la persona, institución o sociedad que la debe financiar. En especial se verá beneficiado el usuario, pues tendrá la seguridad de que se le va a aplicar el tratamiento más adecuado para solucionar su problema” (“Documento de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud”. Siglo XXI. Noviembre de 2002).
Disponible en http://www.sepcys.org/Doc/DocumentoEficaciaTratamientos.htm)
“Ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña; el engaño está en quien no la sabe”
(Miguel de Cervantes Saavedra)
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Ciencia como
institución cultural
En: www.conductitlan
.net/ciencia.ppt “El mayor conocimiento de prácticas saludables por parte de la población y de las formas de curación debería en principio considerarse como un avance, a pesar que pueda alterar la vanidad de algunos profesionales. En caso de intervenciones psicológicas ya comenzó a ocurrir y las Terapias con Apoyo Empírico la acrecentarán”. (Dra. Mustaca, Alba. “El ocaso de las escuelas de psicoterapia”. Revista Mejicana de Psicología, 2004)
Leer más sobre la importancia de difundir y acceder al conocimiento en salud mental
La relevancia de este movimiento internacional respecto de la investigación clínica, es un grato aliciente respecto de la claridad que irá aportando al ejercicio de nuestra profesión; no solo respecto de los tratamientos eficaces, sino también en lo que concierne a la culminación de muchos mitos respecto del tratamiento psicológico, del terapeuta, del consultante. De hecho, hay muchos enfoques, tratamientos, que no estiman relevante dar evidencia positiva de su eficacia, aunque la prometan, ¿qué sabemos de estas otras alternativas? No podemos afirmar que sean ineficaces por no tener apoyo empírico, sí sostenemos que no se interesan o no demuestran la eficacia que a veces pregonan. Esto puede deberse a distintas causas que exceden los fines de este sitio. Cuando los terapeutas asumimos a la psicología como científica, debemos utilizar intervenciones de probada eficacia. Y es por eso que consideramos que este saber debe ser socializado, difundido; “indudablemente el mayor beneficio de las TAEs redundará en los pacientes, ya que podrán tratarse con estrategias más válidas.
Los clientes con cierto nivel de información podrán acceder a las TAEs vía INTERNET, pudiendo entonces buscar psicólogos entrenados en las estrategias que son las adecuadas.
En medicina ya se mencionan algunos cambios en la actitud de los pacientes ante el médico. Se trata de personas más activas que suelen controlar la conducta de los médicos, lo que provoca alguna irritación en no pocos profesionales. Algunos consideran que la información de los pacientes es más perjudicial que beneficiosa. Se trata de opiniones, ya que, de lo que se conoce, aun no se hicieron estudios controlados acerca de las consecuencias de este fenómeno, que se está generalizando cada vez más por la facilidad del acceso a información, aunque a veces no son tan confiables como sería deseable. El mayor conocimiento de prácticas saludables por parte de la población y de las formas de curación debería en principio considerarse como un avance, a pesar que pueda alterar la vanidad de algunos profesionales. En caso de intervenciones psicológicas ya comenzó a ocurrir y las TAEs la acrecentarán”. (Dra. Mustaca, Alba. “El ocaso de las escuelas de psicoterapia”. Revista Mejicana de Psicología, 2004)
“Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión
de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”
(Fernando Savater)
“¿Es ético que, conociéndose la eficacia de determinadas técnicas terapéuticas disponibles, un psicólogo las ignore o se niegue a su implementación por el hecho de adherir a un marco teórico diferente? ¿Es justificable el sufrimiento de las personas y el mantenimiento de sus problemas cuando las investigaciones señalan la utilidad de procedimientos específicos para contrarrestarlos? ¿Por qué negarse a utilizarlos? ¿No sería razonable al menos preguntarle al paciente si desea que tales procedimientos le sean aplicados? Normalmente, la persona que recurre a un profesional de la salud mental en busca de ayuda psicológica no se halla al tanto de la diversidad de enfoques existentes en el campo de la clínica; desea únicamente que el terapeuta la ayude a resolver los problemas que le ocasionan sufrimiento, de la manera más sencilla y rápida posible: una terapia eficaz. Lamentablemente, muchos psicólogos parecieran no darse cuenta de este hecho tan obvio y de puro sentido común: El pedido de efectividad no es escuchado...
Leer más sobre “la ética del psicólogo”
... si el psicólogo elige determinada técnica simplemente por preferencia o porque “cree” en una teoría particular, no tan sólo desestima la importancia de la investigación científica para aliviar el sufrimiento humano, sino que también atropella el derecho de la persona de conocer y elegir la manera en que desea ser tratada. Cuando un psicólogo se niega a conocer la eficacia clínica de determinados tratamientos, le impide a los pacientes acceder a los mismos: El tratamiento que recibe el paciente queda librado al gusto o mejor parecer del terapeuta. Se le está ocultando, a veces por desconocimiento, otras por decisión dogmática, la existencia de procedimientos potencialmente eficaces para el tratamiento de su malestar, basados en la Psicología científica. Este punto es CRÍTICO desde el punto de vista ético: La suerte del paciente depende no de los contrastes científicos, sino de las creencias subjetivas y la escuela u orientación a la cual el psicólogo adhiere”. César Sparrow Leiva. RESPUESTAS A ALGUNAS OBJECIONES Y CRÍTICAS A LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUALUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú.